La triste historia de la niña española de 10 años secuestrada en Kirguistán

Carolina Salgado es una niña alegre, responsable y muy inteligente. Pasó los primeros 8 años de vida en España, pero en septiembre de 2016, su madre, unilateralmente, decidió llevársela a Kirguistán. Fue el final de un cúmulo de desobediencias al Juzgado número 2 de Blanes, que pese a darle la razón al padre otorgándole la patria potestad y la custodia en exclusiva, no dispuso los medios para evitar la salida de Carolina del país.

Fue mantenida oculta e incomunicada con su padre durante dos largos años, que tras muchos esfuerzos, él consiguió localizarla. Pero entre la desidia e inoperancia de los Juzgados españoles,- que no sólo no evitaron su secuestro parental, sino que además no están haciendo nada para el cumplimiento efectivo de la sentencia- y la nula colaboración de la justicia kirguisa, que han decidido ignorar completamente la Orden Internacional de Detención de Interpol contra la madre, el padre de Carolina decidió, harto de ser ignorado y vilipendiado, recoger a la niña en donde entrebaba tenis e intentar salir del país.

Durante las escasas horas que pasaron juntos, Carolina se mostró muy contenta de volver a reunirse con su padre y le enseñó todos sus nuevos conocimientos, incluso un canal de Youtube con 450 suscriptores -canal que ya ha sido borrado, seguramente por orden de su madre-. Ella estaba dispuesta a volverse a España con su padre para que después su madre viniera a visitarla, y entre los tres, decidir lo mejor para ella.


Pero en la frontera con Kazajistán la esperanza desapareció. Por un requisito formal -la falta de un visado de salida- los agentes fronterizos primero retuvieron a padre e hija y luego sometieron a Carolina a un fuerte interrogatorio bajó presión. Ella, con apenas 10 años de edad, se vino abajo. Entonces los agentes acusaron al padre de secuestro.

Los enviaron a una comisaría de policía, también sede del Ministerio del Interior, y separaron a padre e hija. Allí apareció la madre, y pese a la Orden de Interpol, la dejaron marchar con Carolina sin más. Ahora padre e hija volverán a estar separados -pese al amor mutuo que se profesan- quien sabe por cuanto tiempo más.

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