Creo que la mayoría de mis amigos de Facebook saben lo que estoy viviendo, lo escribo una vez más por si alguien aún no se ha enterado: mi hija Carolina, de 8 años de edad, ha sido secuestrada por su madre y llevada a Rusia, por supuesto sin mi consentimiento. Su madre escapó un día antes del juicio que íbamos a tener por la custodia de la niña. Lógicamente perdió el juicio (el de la custodia, el otro ya lo había perdido hace tiempo). Tengo la guarda y custodia, pero no tengo a Carolina.
Ahora me encuentro frente a una dura batalla legal para conseguir que me devuelvan a Caro. La lucha es especialmente dura si tenemos en cuenta que Rusia no es la UE y es un país especialmente nacionalista y machista en cuestiones de género: una mujer rusa tiene todas las de ganar frente a un hombre extranjero en lo referido a las cuestiones familiares.
Mi caso ha despertado una gran solidaridad. Mucha gente se ha ofrecido a colaborar desinteresadamente. Hemos formado un grupo ¡Carolina, queremos que vuelvas a casa! que cuenta con casi 500 personas. A todos ellos, gracias.
Algunos me han sugerido ¿Por qué no buscas el apoyo de alguna asociación de padres o madres que se encuentren en una situación similar? Lo he hecho. Pero me he encontrado con una triste realidad: la “politización” de dichas asociaciones. Críticas a la Ley de Violencia de Género, a dejar a todas las mujeres como ogros sin corazón y a los hombres como santos que no han matado jamás una mosca. En algunos casos mezclando churras con meninas, con críticas a partidos políticos, utilizando términos despectivos para referirse a las feministas…
Es verdad que existen mujeres (y abogadas de esas mujeres) que se aprovechan de la LVG para condenar a hombres inocentes, pero son una escasa minoría. No entraré en porcentajes, porque este post ya es demasiado largo para explicar cómo se calculan esos porcentajes. Lógicamente un periódico de izquierdas dirá una cosa y uno de derechas dirá lo contrario. Y volvemos a lo mismo: a la politización, esta vez de los porcentajes.
No es una cuestión de género. Es una cuestión de ser buena o mala persona, más allá del género. En algún post anterior hablaba de mayorías y minorías. Me reafirmo en mis palabras.
Yo estoy luchando por mi hija, sin política ni banderas. Y quiero el apoyo de hombres y mujeres, de padres y madres, de personas de buen corazón que me ayuden a que Caro vuelva. No quiero política. Ni NaZionalismos.