Estando yo en Kirguistán, recibí un whatsapp de un número español que no conocía. Justo en el momento que estaba considerando diferentes opciones para sacar a Carolina del país. Se presentó como Mónica G. Alvarez, periodista y escritora, interesada en escribir un reportaje sobre mi historia. No era ese el momento, y cuando me preguntó “¿Estás en España?” no tuve más remedio que decirle que no podía darle ningún tipo de información. Es que mi viaje a Kirguistán fue tan secreto que sólo lo sabían unas pocas personas, las mínimas para asegurarme que no se filtraría ninguna información.
Le contesté que tenía esperanzas de un desenlace feliz de la historia, y que hablaríamos a mi llegada. Pero sólo pude cumplir la mitad de lo que le dije: regresé sin Carolina. Eso sí, inmediatamente ella se puso en contacto conmigo para un reportaje, que podéis ver en el siguiente link:
La dura historia de Carlos: “Mi vida se detuvo el día que secuestraron a mi hija”
Este sí que es un título mucho más adecuado a la realidad y no la basura morbosa que publicaron algunos medios (y muchos, ni siquiera rectificaron) al día siguiente de mi fallido rescate en Kirguistán. Si hubieran averiguado un poco más de la historia, hubieran tenido otro título (también morboso) que por ejemplo podría haber sido “Padre español arriesga su vida para rescatar a su hija secuestrada”.
También me llamaron de un programa de RTVE y estuve el pasado miércoles en Barcelona para la grabación. Iba a ser emitido ayer, pero lamentablemente con las circunstancias políticas que vive el país ha tenido que ser aplazado… Confío en poder salir al aire pronto, espero que la semana que viene.
Es importante que el caso sea mediático, y más cuando es un tan flagrante. Y no hablo ya de mis derechos, sino de los de mi hija. Los poderes públicos encargados de este caso están faltando al Artículo 39 de la Constitución Española, destrozando mi vida y la de mi hija, secuestrada en un país que contempla el secuestro de novias como forma de obtener una esposa. Carolina tiene ya 10 años y se está transformando en mujer… ¿Quién garantizará sus derechos en un país como Kirguistán? ¿Qué tiene que decir la justicia española al respecto?