Dicen que si la Justicia es lenta no es justicia. En este caso, ha tardado más de nueve meses en llegar, si comenzamos a contar desde aquel fatídico 20 de enero de 2016 en que la madre de Carolina desobedeciendo a la tutora de la escuela y a los Mossos d’Esquadra se la llevó por la fuerza cuando no le correspondía.
A partir de entonces comenzó la batalla legal que, aunque en este momento la haya ganado, de poco me sirve si Carolina y yo no estamos físicamente juntos. Pero sí que es verdad que es un paso de gigante que permitirá -como si no tuviera ya argumentos suficientes- iniciar una nueva batalla, esta vez en términos internacionales. Ahora entrará en juego la aplicación del Convenio de La Haya de 1980 sobre los aspectos civiles de la Sustracción Internacional de Menores. El Auto del Juez que me otorga la Custodia es, sin lugar a dudas, un paso de gigante.
Auto del Juez que me otorga la guarda y custodia
No obstante, sigamos sin perder de vista lo más importante: el objetivo final es que Carolina consiga volver a casa, un reto que a veces se me presenta como una montaña insalvable, no sólo por los recursos económicos que necesito y que en estos momentos no dispongo, sino también por las enormes dificultades que plantea el hecho de que ya entran en juego las relaciones internacionales entre dos países y la predisposición de uno de hacer cumplir el Convenio de La Haya de 1980, y del otro de cumplirlo. Es en este punto en donde necesito la máxima ayuda posible, y es en este punto en donde la gran mayoría de los mortales, yo incluido, no tenemos ninguna influencia.
O quizá sí podamos tener alguna. Sí, si conseguimos que el secuestro de Carolina a Rusia por parte de su madre se transforme en una cuestión de Estado. Para ello necesitamos que este caso tenga la máxima repercusión posible en los medios de comunicación y quienes toman las decisiones políticas lo hagan sabiendo de las responsabilidades que implican los cargos públicos: hacer cumplir las leyes y los convenios internacionales.
Por eso te pido a ti, que estás ahora mismo leyendo este post: hazlo circular por las redes sociales, compártelo y cuéntaselo a todas las personas que conoces. Un granito de arena no es nada, pero una tormenta es capaz de hacer tambalear cualquier estructura firme. Te lo pido en mi nombre y en el de Carolina.