No hace ni siquiera un mes desde que el italiano Francesco Arcuri se presentó en los Juzgados de Granada solicitando la restitución de sus hijos mediante la aplicación del Convenio de la Haya de 1980. Fue el 26 de julio, aunque desde el 17 de diciembre del año pasado ya se había ordenado la restitución. Aquí consta la cronología del caso. Sin embargo, su ex-mujer, la española Juana Rivas se ha mantenido desafiante y desobedece a todo requerimiento judicial.
¿En qué se basa Juana para incumplir las órdenes dictadas por varios jueces? Argumenta que Francesco es un maltratador basándose en un episodio pasado, del 2009, en donde ambos se denunciaron mutuamente y él aceptó una condena de 3 meses por “lesiones en el ámbito familiar” y ella fue absuelta. No entraré en detalles sobre lo que pasó ya que las versiones de uno y otra difieren. Lo interesante es lo que viene después, es decir, lo que ocurre en la actualidad.
Juana Rivas es asesorada (según mi opinión, pésimamente) para intentar vender un caso diferente a los medios de comunicación: en vez de tratarlo como lo que es, es decir un secuestro parental agravado posteriormente por una (o más) desobediencia judicial, lo presentan como un caso de violencia de género, por el episodio del 2009 y por otra denuncia que pone Juana en 2016. Poner denuncias es libre y gratuito, así que en la del 2016 no nos podemos basar… y en cuanto a la del 2009, Francesco ya pagó su condena y sus antecedentes penales están (o deberían estar) cancelados.
Los medios de comunicación -y los políticos, los primeros que ven que pueden obtener votos tan sólo por situarse en el lado políticamente correcto, Susana Díaz y Mariano Rajoy se apuntaron en seguida a la causa de Juana- presentan el caso como lo que no es: lo centran en un tema de violencia de género cuando es un secuestro parental.
Pero los días van pasando y el apoyo a Juana va mermando a medida que vamos conociendo más detalles del caso. Francesco también da su versión, también lo hace su abogado Adolfo Alonso, y mucha gente, casi tantos como los que están a favor de la causa de Juana, salen en defensa de Francesco. Aparecen desde los medios las primeras voces críticas a Juana.
La justicia española, que se ha sentido muy presionada por el tratamiento mediático que se ha dado al caso, emite un comunicado en donde reclama su independencia. El mismo gobierno dice que “la ley se ha de cumplir”. A Juana le vuelven a dar otro ultimátum y aquí estamos ahora.
Pero Juana Rivas no es el enemigo. ¿Qué quiero decir con esto? Que a esta mujer la han manipulado en pos de un pseudofeminismo en donde las mujeres son siempre buenas y siempre dicen la verdad y los hombres son malos y maltratadores en potencia. Si Juana desde un primer momento hubiera aceptado la restitución, podría optar a la custodia compartida. Ahora se enfrenta a penas dictadas por el artículo 225 bis del Código Penal: de dos a cuatro años de cárcel y de cuatro a diez años de privación de la patria potestad. E incluso sus asesoras podrían verse implicadas en el mismo delito, como cooperadoras necesarias. El asunto ya ha llegado demasiado lejos. El verdadero enemigo es la cortina de humo que está detrás de Juana y que se toma con sorna la sustracción parental.
Y de todo esto podemos sacar el lado bueno. Si tal como espero, el caso se resuelve favorablemente para Francesco y sus hijos son restituidos a Italia, todos los padres y madres afectados por la sustracción parental habremos obtenido un gran triunfo, porque habremos conseguido visibilizar una grave situación que afecta a 300 menores españoles al año, que son sustraídos ilegalmente y privados de uno de sus progenitores. Habremos conseguido que España comience a velar por los intereses de esos menores y luche porque sean devueltos a su país de origen. Habremos dado un paso en pos de la Justicia.